Retengamos firme la confesión de la esperanza sin vacilación porque fiel es el que lo ha prometido.
(Hebreos 10:23)

Este versículo es un llamado poderoso a mantener nuestra fe y confianza en la promesa de Dios, incluso frente a la adversidad.

A menudo la vida nos presenta desafíos que ponen a prueba nuestra fe. Puede ser una enfermedad, una pérdida, una desilusión o cualquier otra dificultad que nos hace cuestionar el propósito y el plan de Dios para nuestras vidas. En esos momentos, la Palabra de Dios nos recuerda la importancia de permanecer firmes en la esperanza que profesamos.

La esperanza no es una mera expectativa optimista, sino una confianza profunda e inquebrantable en las promesas de Dios. Él es fiel y justo, y sus promesas son verdaderas. Cuando nos aferramos a esta esperanza, declaramos nuestra fe en la fidelidad de Dios, creyendo que él cumplirá todo lo que prometió.

En momentos de duda o debilidad, podemos recordar las innumerables veces que Dios ha demostrado su fidelidad en la historia bíblica y en nuestras propias vidas. Cada promesa cumplida es un testimonio de su amor y lealtad.

Por tanto, seamos valientes y persistentes. Apoyémonos unos en otros, animándonos a mantener viva la fe. Al aferrarnos firmemente a nuestra esperanza, fortalecemos nuestra relación con Dios y somos testigos de su fidelidad al mundo que nos rodea.

Recuerda: ¡el que prometió es fiel! Que esta verdad nos dé fuerzas para afrontar cada día con renovada confianza y esperanza, sabiendo que Dios está siempre a nuestro lado, cumpliendo sus promesas con amor y fidelidad.

Confía, pues el que prometió, es fiel
Cultiva la oración diaria. La oración nos acerca a Dios y nos recuerda su fidelidad constantemente.
Estudia y medita en las Escrituras. Medita en versículos que refuercen la esperanza y la confianza en Dios.
Participa de una comunidad de fe para dar y recibir apoyo y aliento. Asiste a servicios regulares, grupos de estudio bíblico o reuniones de oración.
Para orar:
Querido Dios, te doy gracias por tu fidelidad y amor. Ayúdame a mantener la esperanza en tus promesas, incluso cuando haya dificultades. Fortalece mi fe, guía mis pasos y renueva mi espíritu diariamente. Que siempre pueda confiar en ti y testificar de tu bondad. En el nombre de Jesús, amén.