Sé valiente, Dios nunca te abandonará
Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.
Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.
En medio de las responsabilidades diarias, a menudo nos olvidamos de reconocer lo privilegiado que es tener trabajo que hacer. En Colosenses 3:23-24, la Palabra de Dios nos recuerda:
Ahora escuchen esto, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad, pasaremos allí un año, haremos negocios y ganaremos dinero». ¡Y eso que ni siquiera saben qué sucederá mañana! ¿Qué es su vida? Ustedes son como la niebla, que aparece por un momento y luego se desvanece. Más bien, debieran decir: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello».
Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá;
Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas; y vosotros sed semejantes a hombres que aguardan a que su señor regrese de las bodas, para que cuando llegue y llame, le abran en seguida. Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles. Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos. Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.
Tal como el desayuno es esencial para nutrir nuestro cuerpo y prepararnos para el día, el alimento espiritual por la mañana es crucial para fortalecer nuestra fe y guiar nuestros pasos. Así como necesitamos alimento físico para sostener nuestro cuerpo, también necesitamos la Palabra de Dios para sostener nuestra fe.
Este es mi siervo, a quien sostengo,
De hecho, en ningún otro hay salvación, porque no hay bajo el cielo otro nombre dado a los hombres mediante el cual podamos ser salvos.
El SEÑOR es mi pastor;
El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!
Estar vivo significa que somos puestos a prueba con frecuencia. Las pruebas pueden parecer montañas insuperables, pero cada desafío es una manera de fortalecer nuestra fe. La Biblia nos recuerda en Santiago 1:12:
Solo en Dios reposa mi alma;
He aquí que yo estoy contigo; yo te guardaré por dondequiera que vayas y te haré volver a esta tierra. No te abandonaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.
La caña cascada no quebrará,
Él fue traspasado por nuestras rebeliones,
Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
Aparta de mí el camino de engaño, y enséñame tu ley.
... pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo.
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve.
Sigan amándose unos a otros fraternalmente.
Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré ante ti y esperaré.
El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes.
A veces tenemos la sensación de que en la vida todo se queda en el mismo lugar, no avanzamos y hasta puede parecer que retrocedemos. Pero, ¿en qué medida estamos contribuyendo a esta situación? ¿Las cosas no avanzan o somos nosotros los que estamos parados?
En el amor no hay temor, sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor.