¿Por qué es tan difícil resistirse al chocolate y tan fácil resistirse a Dios?
Imagina esta situación: llevas unos días siguiendo una dieta y por casualidad descubres una caja llena de bombones de chocolate en la despensa. Tentador, ¿no? Solo saber que los bombones están ahí puede cambiar la forma en que afrontas tu alimentación. En cierto modo, este descubrimiento empieza a jugar en tu contra.
Llega la noche y no puedes resistir más. Te comes un chocolate. «Es solo uno, antes de la dieta me comía varios», razonas. ¡Rompiste tu dieta!
Ahora, piensa en otra situación: unos hermanos te invitan a participar en un evento de evangelización durante la noche. Al pensar en la hora, te das cuenta de que será un gran esfuerzo ir después del trabajo. Entonces los hermanos te recuerdan que el día siguiente es día de fiesta, y tú recuerdas que necesitas cenar temprano.
Los hermanos sugieren que cenes con ellos, pero te mantienes firme y dices que has estado evitando comer fuera. Después de insistir por treinta minutos, decides no ir al evento evangelístico.
¿Te identificas con las situaciones descritas anteriormente? Resistir la tentación de comer un dulce puede parecer fácil, pero muchas veces fallamos. Por otro lado, resistir a Dios puede parecer inútil, pero lo hacemos con determinación. Hacer la voluntad de Dios puede traernos beneficios, pero requiere un gran esfuerzo contra los deseos de nuestra carne.
Encontramos un ejemplo bíblico en la historia de Jonás, quien aún “haciendo la voluntad de Dios”, quería que se hiciera a su manera. Esa lucha inútil lo llevó a un estado de desesperación, pero aun así, Dios siguió siendo misericordioso, no solo con él, sino también con el pueblo de Nínive.
Si bien, hacer la voluntad de Dios puede ser un desafío, es beneficioso para nosotros. La obediencia engendra amor y gratitud, y cuanto más obedecemos, más confiamos en Dios, dejando de lado nuestra resistencia inútil a él. Resistirnos a Dios no nos lleva a ninguna parte, pero obedecerle nos lleva a un camino virtuoso de bendiciones. ¡Vale la pena perseverar y elegir la obediencia a Dios!
¡Mantente firme en tu dieta y no te resistas a Dios!
- ¿Cómo te relacionas con Dios? Si has sido desobediente, pídele perdón.
- Saca de tu mente la idea de que obedecer a Dios es un trabajo muy duro... piensa en su voluntad como una oportunidad.
- Puede parecer extraño, pero la forma en la que lidiamos con las reglas y los desafíos en la vida cotidiana refleja cómo nos relacionamos con Dios. Revisa tus acciones.
Para orar:
Señor, te pido perdón por resistirme a tu voluntad. Quiero aprender a obedecerte con alegría y ser moldeado según tu voluntad, reconociendo que siempre es lo mejor para mí. Amén.