A veces tenemos la sensación de que en la vida todo se queda en el mismo lugar, no avanzamos y hasta puede parecer que retrocedemos. Pero, ¿en qué medida estamos contribuyendo a esta situación? ¿Las cosas no avanzan o somos nosotros los que estamos parados?
Quien vigila al viento no siembra;
quien contempla las nubes no cosecha.
(Eclesiastés 11:4)
La Biblia es categórica: para salir de nuestro estado de inercia debemos reaccionar, movernos. ¿Cuántas personas fueron tras Jesús, lo persiguieron y fueron sanadas? Si ya conocemos nuestros objetivos, no basta con ver, ¡hay que moverse!
Hermanos, no pienso que yo mismo lo haya logrado ya. Más bien, una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento celestial en Cristo Jesús.
(Filipenses 3:13-14)
Deja a un lado el cansancio y el desánimo, aliméntate de la Palabra y da el primer paso. Dios quiere ver tu determinación.
No te quedes parado. ¡Avanza hacia el objetivo!
Si estás sin fuerzas, no te calles, clama a Dios. ¡Él puede ayudarte!
Inspírate leyendo la Palabra de Dios. Mira estos versículos de motivación.
Para orar:
Señor, tengo la sensación de que las cosas a mi alrededor no avanzan... y eso me quita el ánimo. Motiva mi corazón, derrama tu poder sobre mí. En el nombre de Jesús, amén.